domingo, 6 de julio de 2014

Los Susurradores de Conciencias

Científicos afirmaban recientemente que la generación espontánea en la naturaleza de un complejo sistema cromosómico como el nuestro es un enigmático misterio. Bajo su punto de vista, seria una improbable e inverosímil casualidad, comparable a un suceso tan extraordinario como dejar preparadas las pinturas junto a un lienzo en blanco, que estas cayeran accidentalmente sobre él, y de la caótica y embrollada dispersión de colores y manchas resultara "La Última Cena" de Leonardo da Vinci.

Creer o no creer. Vivimos envueltos en una aureola de misterio. Aunque tal vez ese misterio sólo sea un conocimiento negado a nuestra pueril inteligencia. Sólo en contadas ocasiones nuestra pobre capacidad intelectual se revela ante la realidad percibida cuestionándonos cuanto nos envuelve, con la impotencia y frustración de ser incapaces de hacer caer el velo que limita nuestro breve campo de visión. 

Con el transcurso de los milenios, la humanidad ha ido avanzando por el destartalado camino de la evolución hasta lo que es hoy, un desbocado rebaño, arrogante pero a la vez sumiso. Somos arrogantes en cuanto nos creemos la forma de vida superior, por encima del resto de las especies e incluso, habiendo llegado a extremos tan absurdos como creer que entre nosotros hay castas inferiores y superiores. Y a la vez sumisos, por que dictamos obediencia a normas y leyes creadas por nosotros mismos, antes incluso de llegar a conocer y a entender las propias leyes de la Naturaleza y del Universo. A pesar de existir en un mundo sabiamente creado por la matemática interacción de la materia cósmica, hemos optado por ignorarlo y crear nuestro propio sistema. 

Nuestro sistema se sustenta en una absurdo y descabellado concepto: la posesión. El punto de inflexión en la evolución de la humanidad fue sin duda el momento en el que el hombre primitivo se volvía sedentario. El descubrimiento de la agricultura propició el fin de los clanes nómadas y supuso el patrocinio de las organizaciones en comunidad, formando aldeas y pueblos que luego evolucionaron hasta las ciudades. Las nuevas formas de convivencia obligan a desarrollar nuevas normas. Surge la especialización, y con el intercambio, llega el mercantilismo. Ha florecido un método que cambia las tendencias, relegando al pasado la necesidad de una conciencia colectiva para garantizar la supervivencia, a un individualismo competitivo. Nos hemos creído la absurda mentira de que podemos poseer aquello que no es nuestro. Y lo hemos creído tan ciegamente que luchamos entre nosotros para reclamar nuestro legítimo derecho.

¿Pero, cómo puede poseerse algo que existe desde hace miles de millones de años antes que nosotros, y que lo continuará haciendo por otros miles de millones más cuando nos hallamos extinguido? Pues no nos hemos limitado a creer que eso es posible, sino que además, hemos caído víctimas de un pernicioso inconformismo que ha ido más allá de lo material. Nos hemos convertido en hambrientos acumuladores de riqueza sin distinguir lo físico de lo inmaterial, hasta el punto de privatizar el interés general, aunque esto conlleve un grave atentando contra la perpetuación de nuestra civilización.  

Y así, es como hemos otorgado poder a unos pocos sobre el resto. Pero, ¿a quién? ¿a los más sabios? ¿a los más expertos?¿a los más altruistas? ¿quién está al mando hoy día de la civilización? ¿un ente sobrenatural, creador del universo, que nos gobierna desde las alturas? ¿o tal vez sea un lobby que conspira desde las sombras dictándonos entre susurros las normas a las que hemos de someternos para servir a sus intereses? ¿es el capital? 

¿Quién es ese monstruo de múltiples cabezas e infinitos tentáculos con cuya ilimitada capacidad de sugestión secuestra nuestra voluntad e hipnotiza nuestras conciencias? ¿quién es esa bestia que nos susurra envenenados versos de anestésico efecto para adormecernos en el regazo del conformismo?

Fervientes seguidores de la fe incuestionable, conspiranoicos, agnósticos, ateos conformistas, revolucionarios anti-sistema... ¡bienvenidos todos! Bienvenidos a la embarazosamente complicada tarea de desentrañar los misterios ocultos que moran en las profundas entrañas de nuestra sociedad. 

Os dejo con una cita, la de un destacado personaje de mi novela, "La Hermandad del Venetto":

"El mundo en el que vivimos es un puro escaparate. La gente vive atrapada y feliz en su ignorancia. Somos meros títeres cuyos hilos están movidos por manos diabólicamente caprichosas".

¿Un loco o un sabio ignorado? Tiempos oscuros para vislumbrar la verdad...