martes, 28 de octubre de 2014

La Tentación de la Vanidad







Hay situaciones en las que dar un paso adelante supone renunciar a la posibilidad de dar marcha atrás. De desandar lo andado borrando tus huellas para dar la impresión de que en realidad nunca estuviste. 

No. Una vez has avanzado, ya no hay marcha atrás.


Esto último es lo que estaba pensando antes de enfrentarme a "Launch"


¿Quién es "Launch"? os preguntaréis...


"Launch" fue mi último enemigo conocido. Y tal vez el primero. "Launch" era esa inexpugnable muralla que se alzaba hasta el cosmos, desafiante y arrogante, a los pies de mi dubitativa determinación.  Cuando mi novela ya estaba corregida y maquetada, la portada rediseñada y preparada, la sinopsis lista y revisada, sólo faltaba apretar el maldito botón. El botón "Launch". Ese botón que la arrancaría de la intimidad de mi mente y de mi disco duro para compartirla de una maldita vez por todas con el mundo.


Ese botón, con su forma rectangular, sus ángulos redondeados, un fondo azul sobre el que las desafiantes letras blancas se hallaban impresas, me observaba con halo de provocación... "Atrévete..." me susurraba... "¿qué más vas a revisar? ¿a qué esperas? ¿a que alguien venga a asegurarte de que tu obra es genial? ¿que nadie te hará una mala crítica? ¿que no quedarás en ridículo? ¿Qué es lo que quieres? ¿para qué la has escrito?¿para rendirte aquí? ¿para morir ahogado en al orilla, a falta de una sola brazada?¿para caerte desvanecido frente a la linea de meta de la que sólo estás a un paso?


¡Despierta! Eres un escritor novel. No tienes experiencia alguna. Te has editado tú mismo. Te has corregido, maquetado, diseñado la portada... Vamos... has leído libros de otros como tú.  ¿Qué crees? ¿que lo vas a hacer a la perfección la primera vez? ¿que tus textos no van a estar plagados de erratas y fallos?¿que la trama que has ideado no va a ser incoherente, inconexa y aburrida? 


No tienes padrinos, mecenas, ni agente literario ni editorial que te respalde. Estás sólo. Tú ante el mundo. ¿En serio crees que vas a convencer a gente anónima para que gaste su dinero en comprar un libro de un total desconocido, sin reseñas, sin opiniones, sin referencia alguna...?


Ese maldito botón era el desafiante inductor de mis más profundas aprensiones. Es mi novela, mi criatura. La obra a la que he dedicado cerca de los últimos cuatro años de mi vida...  No, no puede quedar aquí. No puedo morir en la orilla, no me puedo desvanecer en la meta... hay que dar ese paso. Hay que afrontar el destino...


¿Estás seguro?¿serás capaz de afrontar el fracaso? ¿podrás levantar tu ánimo sin perecer ahogado en las lacrimosas aguas de un océano de frustración y desengaño? ¿serás capaz de poner a prueba tu sensiblera autoestima ante la inconcebible crueldad de las críticas destructivas y la indiferencia?


¡NO! Ya no quiero oirte más... Entonces, el puntero del ratón se sitúa sobre el botón "Launch" Un último suspiro. "click"...


Está hecho.  La novela está publicada... Ya no hay vuelta atrás. El mundo la va a ver...



... Y entonces, sucede esto...









La Quimera es la fantasía onírica que vive en los remotos acantilados de nuestro subconsciente, alimentándose de nuestras fobias, nuestras inseguridades, nuestra apatía, nuestros temores... Cuando dejas de alimentarla, no tiene más remedio que emerger a la luz, trascender la hipotética frontera entre la realidad y el sueño. Y justo en ese momento, es cuando descubres que los muros que se levantan en esa frontera son vulnerables... Tarde o temprano, esos muros ceden ante los envites del ejército de la Voluntad... 

Ayer, en esa Quimera de mi subconsciente, había un escritor novel. Hoy, ese escritor novel ha emergido ascendiendo hasta la luz de la realidad impulsándose con las alas de la voluntad, dejando en su anterior rincón de los sueños a otro escritor. A un escritor de éxito, un novelista de reconocido prestigio, con el rostro arrugado, el cabello níveo, la vista cansada y las manos agarrotadas, cargadas por el extenso bagaje de millones de palabras escritas... 

En ese sueño del futuro protagonizado por las palabras, hay una que no tiene cabida...

Rendición.








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